La hidalguía del Papa Francisco en el centenario del Genocidio Armenio da muestra de su grandeza

La misa celebrada por el Papa Francisco en el Vaticano el domingo 12 de abril pasado en homenaje al centenario del Genocidio Armenio, con su firme condena a ese crimen de lesa humanidad y al negacionismo del Estado turco, constituyó un verdadero hito en la historia de la reivindicación de los derechos humanos y el compromiso con la memoria, la verdad y la justicia.

Las valientes palabras de Francisco, repudiando el “atroz y descabellado exterminio” sufrido por el pueblo armenio, al que se refirió como “el primer genocidio del siglo XX”, causaron gran repercusión mundial, provocando también airadas críticas por parte del gobierno turco, que llamo a consulta a su embajador en el Vaticano.

Para quienes hemos conocido de cerca la posición del Sumo Pontífice cuando era Arzobispo de Buenos Aires, participando de actos conmemorativos del Genocidio Armenio y acompañando constantemente a la colectividad, se trató de una confirmación del alto valor ético y humano de Su Santidad y su sincero compromiso con los derechos humanos.

El trascendente significado de la ceremonia realizada y las palabras de Francisco, dan muestra  cabal de su altura moral, lo que lo lleva a expresarse claramente anteponiendo por sobre todo los valores de la verdad y la justicia, evitando eufemismos diplomáticos y frases de ocasión, que son la salida más cómoda para quienes anteponen intereses políticos circunstanciales a la verdad histórica y el rechazo a los crímenes de lesa humanidad.

El Papa hizo alusión a otras masacres actuales, comprendiendo que no se trata de un reclamo gregario del pueblo armenio, sino que el hecho de no ser contundente y enérgico en el rechazo frente a estos terribles acontecimientos, allana el camino para que tales tragedias vuelvan a repetirse.

Como miembros de la comunidad armenia de Argentina, nos sentimos honrados y profundamente agradecidos por la misa oficiada por Su Santidad y los valerosos conceptos allí vertidos; hidalguía y nobleza dignas de ser imitadas por todos los líderes mundiales.

Compartir